La visión de futuro
Por estos días, luego de ver noticias y recordar lo que para muchos es un verdadero dolor de cabeza con relación a los movimientos de la economía y las subidas y bajadas del dólar, recordé una tarea que tuve que hacer hace algún tiempo y que, honestamente, me dejó algo preocupado: La visión de futuro.
No estamos habituados a mirar para el frente. Vemos lo que tenemos al lado, lo que dejamos detrás y hasta lo que dejamos de hacer, y pocas veces enfocamos nuestras energías en lo que nos espera o en lo que seguramente llegará. Me refiero, por supuesto, a lo que hacemos con nuestras vidas, con nuestros trabajos y con nuestros proyectos globales. En términos empresariales, los gerentes comprenden muy bien la prospectiva como concepto. El gobierno japonés anunció recientemente la reducción de su nómina estatal en más de treinta mil personas en los próximos diez años. Eso es visión de futuro, y para los afectados es una campanada de alerta que los hace pensar diferente y prepararse para enfrentar la incertidumbre.
Pero el asunto no debe ir tan lejos. En Colombia estamos habituados a desastres anunciados, a renuncias cantadas o a nombramientos esperados. ¿Somos cotidianamente tan previsivos? Yo pienso que no, y lo digo porque a veces impacta el hecho de que las noticias nos lleguen sin estar preparados para ellas. En términos de comunicación, es común encontrar los famosos «incendios» o situaciones complejas que requieren de toda la atención, obligando a los comunicadores a posponer algunos proyectos para solucionar lo que se presenta coyunturalmente.
En este sentido, practicamos una profesión azarosa, en la que los planes y proyectos dependen no sólo de la suma concertada de voluntades y procesos, sino también de los vaivenes del mundo cotidiano, en el que los planes de trabajo desaparecen como por arte de magia.
En este sentido, pienso que la tecnología nos puede dar una mano para planificar los escenarios venideros en materia de trabajo en red, trabajo a distancia y virtualización informacional. Desde hace varios años, los profesionales de la comunicación soñamos con ayudas que faciliten las tareas y aceleren procesos repetitivos, actividades de carpintería y todo aquello que impida pensar proactivamente. En el futuro inmediato es muy posible que dichos mecanismos puedan emplearse cotidianamente con excelentes resultados, como los que desde hace algún tiempo se pueden observar en empresas grandes y con altas dosis de inmersión tecnológica.
Finalmente, quiero decirle que la tecnología no es más que un punto de apoyo para sus ideas, para su trabajo y para las actividades que demanda una gestión integral de los procesos comunicativos que hoy en día adelantamos. En muy pocas ocasiones, todos los artefactos que nos rodean tienen utilidad para planificar otra serie de acciones indispensables, como los tiempos con sus amigos, los momentos de descanso e incluso la toma de decisiones intrascendentes, como si toma cerveza negra o roja cuando visita un bar.
Abra los ojos y mire al frente. Su futuro está justo delante de usted.
Juan Pablo Ramírez