La cultura de la virtualidad
No pienso que tengamos una cultura virtual. Los colombianos permanecemos atados a la presencia física de todo lo que nos rodea, de lo que queremos y de lo que imaginamos. A veces podría pensarse que se trata de la singular manera de ver el mundo influida por Santo Tomás y su expresión hasta no ver, no creer.
Sin embargo, en algunos escenarios, la opción de ver y tocar se reduce notablemente. En el sector servicios, por ejemplo, asuntos como la calidad de la educación, el servicio al cliente y la buena imagen que causamos en otras personas, son asuntos intangibles que, por lo tanto, se hacen irreales.
Lo curioso es que las tendencias económicas globales avanzan con más velocidad y firmeza hacia el mundo de los servicios, de lo intangible, en el que Santo Tomás no tiene lugar porque no hay evidencias para tocar.
Si nos damos cuenta, la comunicación, la educación, la publicidad y el mercadeo, por citar sólo algunas de las disciplinas del sector servicios a la economía, se basan en la satisfacción de necesidades virtuales, sobre las cuales reposan conceptos más complejos como el bienestar, la satisfacción o el placer.
Dije al comienzo que no pienso que tengamos una cultura de la virtualidad, básicamente porque no estamos acostumbrados a pensar en todo lo que virtualmente hacemos, sentimos y compramos. Los supermercados están llenos de objetos tangibles que adquirimos con dinero plástico, y que luego nos proporcionan diferentes emociones y satisfacciones. Resulta curioso que hasta las cosas perceptibles con el tacto y visibles a los ojos terminen otorgando satisfacciones emocionales que, a su vez, nos insertan con mayor acierto en el mundo de lo virtual.
Al regresar a estos mensajes luego de casi un año de ausencia no quiero seguir donde me quedé. Simplemente quiero sentir que la cultura de la virtualidad me permite comenzar una segunda etapa rodeado de nuevas experiencias, cargado de nuevas ilusiones (que obviamente son virtuales) y sembrar una semilla que muy pronto dará frutos maduros. El entorno colombiano está mejor preparado para la entrada de los servicios virtuales y de la cultura que los rodea de lo que hace un año, y en esa línea, pienso que las áreas a las que me dedico, basadas en el uso de la tecnología para satisfacer procesos educativos y de comunicación, tiene hoy mejores perspectivas para desarrollarse y ganar un espacio en la construcción de la cultura virtual.
Juan Pablo Ramírez