Actualización
El ritmo veloz y trepidante de la vida, de las fuentes de información y del conocimiento parece inalcanzable. ¿Cómo estar al día? ¿Cómo sentir que no te pasa una aplanadora por la cabeza cada vez que debes decir no tengo idea ante una pregunta sin respuesta?
En el negocio de los portales web existen dos grandes momentos: la construcción inicial y las actualizaciones posteriores. En el primero todo es mágico, pues las primeras pantallas con el mockup despiertan una curiosa sensación de que el mundo entero entrará a consumir lo que allí publiquemos.
Sin embargo, y por más advertidos que estemos, la realidad nos golpea con bajos indicadores de visita, lectura o conversión, excepto cuando nuestro portal web es mayormente transaccional que de corte informativo. Facilitamos lo obligatorio, aunque sabemos que lo alternativo se quedará en el aire.
Las actualizaciones, en el segundo escenario, se pactan generalmente como una parte integral del proceso de base, con la meta de conseguir ajustes oportunos en las estrategias de diseño de contenidos o de transformación de tendencias visuales. En suma, se trata de cambiar velozmente lo que vemos que no funcionará.
En concordancia con la vida diaria, con la que nos pone a madrugar, correr, trabajar y volver en la noche a dormir, este asunto de las actualizaciones parece sobrepasar todo ritmo o dinámica del tipo aceptable, y pasa a vivir en el ámbito de lo estresante. ¿Por qué?
Creo que muchos de nosotros crecimos con la idea de que si no estamos actualizados, al día de lo que sale y que sirva para nuestras acciones cotidianas, entonces el mundo entero pasará sobre nuestros cuerpos con una mirada lastimera, pisando con fuerza bruta y aplastando lo que fuimos, lo que somos y lo que ya no llegaremos a ser. Sin duda, ¡terrible!
En contraste, culturas de distintos lugares del mundo promueven un contrasentido poderoso: Slow Movement, regresar a lo básico, tomar las cosas con calma… cógela suave, en el mejor lenguaje caribe colombiano.
¿Qué tanto de la vida diaria debemos mantener en fase de actualización? Y, ¿A quién le debemos enviar frecuentemente esa información actualizada? ¿Tan inútil es lo que aprendimos hace 5, 10, 15 o más años? ¿En cuál de los mundos quedaron las universidades, que por más investigaciones y producción académica parecen estar atrasadas del mundo, comparadas con empresas, institutos y hasta nuevos gurús mundiales?
Y, en contaste, ¿qué nos mueve a recuperar los conocimientos y prácticas antiguas? ¿Por qué te anima mucho más tenderte en una hamaca, colgada entre dos árboles, que pasar una noche cool en el hotel más moderno de tu ciudad?
Creo que vale la pena tomarse un par de minutos y revisar tus niveles. Actualiza tu propia visión, tu propia percepción de las ideas y valores a los que les entregas tu fuerza vital. Puede ser que te guste más lo de la hamaca, que un nuevo postgrado en hiperconectividad.