El asunto de la pasión

La tecnología produjo un mundo lleno de alternativas y deseos renovables, en el que la geografía territorial pasó del aspecto topográfico al asunto de tener o no tener. Básicamente, en los entornos que nos rodean, la tecnología creció sin límites y continúa haciéndolo, con un alto ingrediente de pasión.

Y es que esa palabra se puso de moda en Colombia. Frente a la pantalla de televisión aparecen las victorias y las derrotas de los deportistas nacionales, las intrincadas tramas de las telenovelas y hasta los reportajes de algunos periodistas. Cada uno de aquellos asuntos refleja una convicción por el trabajo, una lucha por llegar primero a la meta o por escalar un peldaño que permita ver las cosas con mayor altura y tranquilidad.

En los deportes, por ejemplo, admiro la tenacidad de los equipos presentes en la Fórmula 1. Con oportunidades de triunfo o sin ellas, cada escudería da lo mejor que tiene por hacer un papel adecuado, de acuerdo con las condiciones de la competencia. En aquel escenario, la tecnología invade los espacios y llena de condiciones al piloto, prediciendo las mejoras y detectando las fallas, y todo esto refleja el sentido de lo que viven, hacen y respiran todos los involucrados: Pasión.

En esta nube de ideas que pueden surgir para hablar de la pasión y el amor por lo que se piensa y se hace, recuerdo mis propias experiencias personales cuando hace casi diez años, apenas entrando Internet a Colombia, me apasioné por las posibilidades de la Red, llegando a explorar sus mecanismos de acción incluso desde el mundo del software, en el que tuve un breve paso por metodologías, desarrollos y pruebas de resistencia.

Con la virtualidad y las oportunidades que ella brinda para las organizaciones del futuro, para las del presente y para todos nosotros, como seres humanos de carne y hueso, no me queda otra opción que sentirme apasionado por vivir y crecer en los entornos virtuales. Desde mi propia perspectiva, sueño con unas organizaciones virtuales interconectadas, en las que las personas gocen de su espacio y tiempo para trabajar en función de sus empresas sin dejar de ser ellas mismas, gestionando procesos de toda clase apoyados por gadgets u objetos provistos por la tecnología, pero aplicados a la función correcta.

Me declaro, finalmente, apasionado por la tecnología y sus posibilidades en la era de la virtualización y, en consecuencia, apoyo la pasión que promueve Proexport, más que por lo que signifique o quiera decir, por el reto que impone para todos los colombianos: Demostrar que, de verdad, sentimos pasión por lo que hacemos.

Juan Pablo Ramírez