Reconstrucción

Los tiempos cambian, dicen por ahí. También cambian las personas, cambian las metas y las prioridades. Cambian los métodos de trabajo, los indicadores de gestión, los proyectos de vida y hasta nuestros propios cuerpos. El cambio, sin duda, es lo único permanente, como dice la manida frase de cajón.

Sin embargo, siento que para muchos de nosotros la premisa no está concentrada en el significado principal de la palabra cambio. Siento, en realidad, que para algunos de nosotros aplica el concepto de Reconstrucción, que a mi juicio avanza mucho más allá de lo que pudiera traducir su significado literal.

Las reconstrucciones van hasta las bases, tocan el fondo de las personas y situaciones con las que vivimos, y nos llenan de nuevas preguntas, así algunas de ellas parezcan imposibles de responder.

El mundo cotidiano, el que nos corresponde habitar y resolver, puede ser tan bello como malvado, y en ambos escenarios el concepto de reconstrucción se combina magistralmente con otro elemento que conmueve y afecta todo lo que consideramos esencial: la transformación.

Así, pues, pongo en la escena dos términos que me dan vueltas insistentemente, y para los cuales no siempre tengo respuestas. Sigo creyendo en el poder de los sueños, porque sólo con ellos podemos impulsar las transformaciones fundamentales que nos permiten asentar las bases firmes de lo que nosotros mismos queremos lograr.

Cambiar nuestras vidas no pasa por el color de la ropa o por un simple capricho del destino. Pasa, sin duda, por el poder de la transformación que, como concepto, logra frenar nuestros avances para reafirmar que son correctos, o para darles un mayor impulso que nos promueva mucho más allá de las estrellas de nuestra propia imaginación.

En el amor, en los negocios, en la academia y en la vida diaria, la transformación es el concepto que nos cambia, que nos traduce y resignifica en lo más profundo de nuestra existencia. Ojalá yo tenga tanta claridad para transformar no sólo la vida que Dios me dio, sino la de tantas personas que ahora confían en lo que soy, en lo que siento y en lo que hago.

Transformar para la reconstrucción del ser, de la existencia y de los proyectos. ¡Qué bello el reto que ahora recibo! Y qué bueno sentir que para esa oleada de transformaciones el destino es la reconstrucción de mis propias bases. Aunque duela, estoy listo.